miércoles, 31 de julio de 2013

El dios de este siglo - Enseñanza


El dios de este siglo, anda como león rugiente buscando a quien devorar; un día el rey Nabucodonosor mando hacer una estatua de oro y mando llamar a los magistrados,  capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias; y la orden era que todas las naciones, pueblos, y lenguas, que al sonar el tambor, la flauta y todo lo que resuene, se tenían que postrar y adorar la estatua del rey.
Pero había 3 jóvenes llamados Sadrac, Mesac y Abed-nego, que no quisieron postrarse ante la estatua del rey y esto les ocasiono un grave problema; porque todo aquel no se arrodillara y adorara la estatua seria echado al horno de fuego.
Así que la suerte ya estaba echada; los jóvenes dijeron que no se arrodillarían ante la estatua de su majestad; porque al Dios al cual servimos nos puede librar del horno ardiente. -Y si no nos salva-, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.

Estos jóvenes fueron echado al horno, y entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos  del Dios Altísimo, salid y venid y salieron de en medio del fuego y no se quemaron.
Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

En otras palabras: estos jóvenes sabían que tenían a un Dios de Poder, estos jóvenes sabían del Dios sobrenatural; y ellos sabían que dependían de Jehová; porque nosotros dependemos de un Dios sobrenatural; porque cuando tu aprendes a vivir y caminar en el Poder Sobrenatural el ángel de jehová acampa a los que le temen.

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