El
dios de este siglo, anda como león rugiente buscando a quien devorar; un día el
rey Nabucodonosor mando hacer una estatua de oro y mando llamar a los
magistrados, capitanes, oidores,
tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias; y la
orden era que todas las naciones, pueblos, y lenguas, que al sonar el tambor,
la flauta y todo lo que resuene, se tenían que postrar y adorar la estatua del
rey.
Pero
había 3 jóvenes llamados Sadrac, Mesac y Abed-nego, que no quisieron postrarse
ante la estatua del rey y esto les ocasiono un grave problema; porque todo
aquel no se arrodillara y adorara la estatua seria echado al horno de fuego.
Así
que la suerte ya estaba echada; los jóvenes dijeron que no se arrodillarían
ante la estatua de su majestad; porque al Dios al cual servimos nos puede
librar del horno ardiente. -Y si no nos salva-, sepas, oh rey, que no
serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Entonces Nabucodonosor se llenó de ira contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y
ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.
Estos jóvenes fueron echado al horno, y
entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a
los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos
respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro
varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el
aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se
acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y
Abed-nego, siervos del Dios Altísimo,
salid y venid y salieron de en medio del fuego y no se quemaron.
Entonces
Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego,
que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no
cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y
adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o
lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea
descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
En
otras palabras: estos jóvenes sabían que tenían a un Dios de Poder, estos
jóvenes sabían del Dios sobrenatural; y ellos sabían que dependían de Jehová;
porque nosotros dependemos de un Dios sobrenatural; porque cuando tu aprendes a vivir y caminar en el Poder
Sobrenatural el ángel de jehová acampa a los que le temen.